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Mi nombre es Flor de María Miza, tengo 39 años ysoy madre de cuatro hijos que son el motor de mi vida. Vivo en Saquitacaj, SanJosé Poaquil, Chimaltenangocon mi esposo, Mario Roberto Mejía, en quien sededica a la agricultura y, juntos,hemos labrado el camino para construir unhogar lleno de amor, trabajo y sueños. Mi hijo mayor,de 20 años, comenzó conilusión sus estudios universitarios, un logro que nos llena de esperanza.Mihija de 18 años, apasionada por el arte del tejido de cintura, continúacreciendo con fuerza ydedicación. Mi pequeña, Fátima Flor del Rosario, de 7años, ha sido parte del programa Dandola Talla desde 2018, y desde entonces, hesentido cómo su vida ha cambiado para mejor, de la mano de Puente.Cuando mihija empezó a transformarse en una niña más sociable y feliz, supe que elcamino que tomábamos era el correcto. Después de superar los desafíos que nosdejó la pandemia, y al escuchar que el programa Centros Nútreme volvía a micomunidad, supe que no podía dejar pasar esta oportunidad. En ese momento, yano tenía a mi bebé en brazos, pero Abdy Roberto llegó a nuestra vida en 2023,un niño hermoso que llenó nuestro hogar de una alegría indescriptible. Fue enuna visita domiciliaria realizada por la gestora encargada del programa quedecidí inscribirlo, y desde entonces ha sido un proceso de crecimientomaravilloso.Abdy está aprendiendo a través del juego, y su desarrollo es unreflejo del amor y los conocimientos que le estamos brindando. Como madre, hecomprendido lo vital que es dedicar tiempo a mis hijos, y cada vez que juegocon él, veo cómo sus ojos brillan con la curiosidad de un mundo por descubrir.Las actividades que realizamos en las sesiones, las aplicamos con amor en casa,compartiendo momentos especiales que fortalecen nuestros lazos familiares. Miesposo, Mario, siempre ha sido un hombre trabajador, y aunque el tiempo no lesobra, se ha encargado de mantener nuestro huerto en pie. Ese huerto, querecibimos como parte del programa, nos ha permitido cosechar frutos que no soloalimentan nuestros cuerpos, sino también nuestra alma. Juntos, hemos aprendidoa valorar la naturaleza y la importancia de los alimentos frescos y nutritivos.Las recetas que hemos conocido en las sesiones nos han inspirado a crear platosllenos de amor y salud para nuestros hijos. Hoy, más que nunca, me sientoagradecida por el apoyo de Puente, que ha tocado nuestras vidas de maneraprofunda y significativa. Gracias a ellos, mi familia ha recibido el respaldonecesario para aprender, crecer y soñar juntos. Somos testigos del poder de lacomunidad, de la fuerza de las madres y padres que luchan por un futuro mejorpara sus hijos. Juntos, hemos dado pasos firmes hacia la construcción de unhogar lleno de esperanza, cuidado y amor. Gracias, Puente, por enseñarnos asoñar y a creer que todo es posible cuando trabajamos con amor por el bienestarde nuestras familias.

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